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jueves, 7 de abril de 2016

®Gerardo Diego (Ampliación)

Biografía:

Gerardo Diego Cendoya. (Santander, 3 de octubre
de 1896-Madrid, 8 de julio de 1987). Poeta español miembro de la Generación del 27.
Estudia Letras en la Universidad de Deusto, aunque se licencia en la Universidad de Madrid. En 1920 obtiene la plaza de Catedrático de Lengua y Literatura e imparte clases como profesor de instituto en distintas ciudades españolas, como Soria, Santander, Gijón o Madrid.
Su actividad literaria comienza a una edad muy temprana, publicando en 1918 su primera obra, el cuento La caja del abuelo, en El Diario Montañés. Durante estos primeros años colabora en distintas publicaciones, como la Revista Grial, la Revista Castellana y diversas revistas vanguardistas - Grecia, Reflector o Cervantes. Su primer libro de poesías, El romancero de la novia, ve la luz en 1920.
Durante su estancia en Gijón mantiene una gran actividad literaria, fundando las revistas Carmen y Lola y manteniendo contactos con el resto de los integrantes de la Generación del 27. Este grupo de poetas se da a conocer tras la publicación en 1932 de su antología Poesía española: 1915-1931.
Durante los años de posguerra Gerardo Diego continúa con su actividad poética con obras como Ángeles de Compostela, Alondra de verdad o Romances.
Durante los siguientes años el poeta mantiene su intensa actividad, publicando nuevos libros, viajando y recibiendo numerosos homenajes y premios. En 1962 obtiene el Calderón de la Barca por su retablo escénico El cerezo y la palmera, su incursión en el teatro.
El gran reconocimiento del autor llega en 1979 con la concesión del Premio Miguel de Cervantes, que comparte con Jorge Luis Borges.
La producción literaria de Gerardo Diego se caracteriza por su extensión, y por su variedad estética y temática. Él mismo clasificó su obra en poesía absoluta -la vanguardista- y poesía relativa- la de tipo tradicional-. Diego cultivó, compaginándolas, estas dos modalidades y, en algunos casos, las obras fueron ampliadas hasta su edición definitiva.

Poesía absoluta

En sus inicios, cultivó el ultraísmo, en Evasión y, sobre todo, el creacionismo, en Imagen (1922, cuya primera parte está formada por los poemas de Evasión) y Manual de espumas (1924), el más relevante de sus libros, en el que se observa la influencia de la pintura cubista, especialmente la de Juan Gris.
De la búsqueda de una nueva expresión poética, en la que sobresale el afán de experimentación y juego, surge textos en los que la sucesión de las imágenes y las relaciones entre ellas crean una realidad poética ajena a lo real, arbitraria, con la que pretende provocar una emoción "distinta en cada hombre".
Fábula de Equis y Zeda (síntesis de clasicismo y vanguardia), Poemas adrede (ambos de 1932) y Biografía incompleta (1953, ampliada en 1967), continúan el fervor por la imagen, aunque los poemas se hacen más extensos.

Poesía relativa

En esta poesía Gerardo Diego fusiona el clasicismo y la vanguardia. Se inicia con Versus humanos (1925) y entre sus libros más valorados se encuentran Ángeles de Compostela (1940) y Alondra de verdad (1941).
En ellos aparecen temas, algunos ya tratados, que continuará en libros posteriores: el amor (Amazona, 1951; Amor solo, 1951), los paisajes (Paisaje con figuras, 1956; Soria sucedida, 1974, ampliación de Soria, 1923), los toros (La suerte o la muerte, 1963), la música (Nocturnos de Chopin, 1963), la fe religiosa.
Versos divinos (1971) reúne su poesía específicamente religiosa y católica, que se hallaba dispersa, aunque encontramos poemas de contenido espiritual en otros libros del poeta.

Estilo y métrica

En los escritores creacionistas de Diego sobresalen rasgos propios de esta estética: las imágenes sorprendentes, la supresión de los signos de puntuación y los aspectos visuales. en su poesía relativa incorpora recursos vanguardistas, como la inclusión de términos de formas geométricas y, sobre todo, la originalidad y la complejidad de las metáforas.

Se ha destacado su maestría en el empleo de formas clásicas: sonetos, romances, décimas, coplas, liras; versos octosílabos y endecasílabos. En su poesía vanguardista usa el verso libre e inventa nuevas formas, que con frecuencia conservan la rima, aunque a veces incluye moldes clásicos.


Bibliografía:





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