El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea posible dudar en absoluto, se trata de encontrar verdades evidentes que permitan fundamentar el edificio del conocimiento verdadero con absoluta garantía.
El problema que se plantea es cómo encontrarlas, y para resolverlo elabora un método. Pero una vez lo tiene ¿por donde comenzar?. La respuesta es por la duda metódica. Se trata de exigir un punto de partida absolutamente verdadero, lo que obliga a un largo proceso de crítica y eliminación de todos los conocimientos, ideas, creencias... que hasta el momento han sido considerados como verdaderos, pero que sin embargo, no poseen una certeza absoluta.
El primer paso, dudar de todo lo que creemos y rechazar inicialmente todo aquello de lo que sea posible dudar. Esto se denomina duda metódica porque es resultado de la aplicación del primer precepto del método: no admitir jamás ninguna cosa como verdadera en tanto no la conociese con evidencia.
Esta duda no debe ser considerada como real, sino como un instrumento metódico para alcanzar su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta, evidente por tanto, sobre la que no exista ninguna posibilidad de duda. Encontrar, en suma, una verdad que pueda ser el punto de partida del conocimiento.
Los motivos de duda son tres:
- Duda sobre la fiabilidad de los sentidos: existe un gran número de ilusiones y alteraciones perceptivas. Por tanto los sentidos nos proporcionan conocimiento probable, y lo probable es dudoso, Descartes no se fía de ellos.
- Dificultad de distinguir la vigilia del sueño: tengo sueños tan reales que parecen verdaderos, ¿como se que ahora no estoy soñando?.
- Hipótesis del genio maligno: motivo de duda radical y extremo. Se trata de la existencia de un genio maligno engañador que afecta a las verdades matemáticas.
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