Los titanes y las titanides (en femenino) eran seres de la mitología grecolatina.
Estos seres precedieron a los Dioses Olímpicos y gobernaban sobre la Tierra durante la llamada edad de oro.
Originalmente solo había doce titanes (seis titanes y seis titanides) hijos de los dioses primigenios Urano y Gea.
Cada Titán, al igual que los Dioses, personificaba un elemento de la naturaleza. El Titán más importante fue Saturno (Cronos en griego) y fue quien derrotó a su padre Urano, convirtiéndose así en el rey de los titanes.
Tras esto Saturno crea con su hermana Rea a seis dioses (tres dioses y tres diosas).
Saturno temiendo que sus hijos hiciesen con él, lo mismo que el había hecho con su padre, los fue devorando uno a uno según nacían. Rea harta de esta conducta, escondió al último de ellos Júpiter (Zeus en griego), haciéndole creer que era una roca, la cual Saturno se tragó como al resto de hijos.
Cuando Júpiter creció consiguió liberar a sus hermanos (Neptuno y Plutón) y a sus hermanas, juntos derrocaron a Saturno y al resto de titanes tras una guerra conocida como la titanomaquia (guerra de los titanes).
Algunos titanes pasaron a formar parte del gobierno junto a los dioses, mientras que otros fueron condenados al Tártaro, para sufrir su condena durante toda la eternidad.
Un castigo ejemplar fue el de Atlas, que fue condenado a cargar con el peso de la Tierra sobre sus hombros.
Otro titán con un destino diferente fue Prometeo que tras ser perdonado por los Dioses, robó su fuego para llevárselo a los humanos.
Como castigo Júpiter envió a Pandora quién liberó sin querer las desgracias sobre la humanidad. Además encadenó a Prometeo al Caúcaso, donde un monstruoso águila devoraría su hígado cada día (ya que al ser inmortal, el hígado de Prometeo volvía a crecer durante la noche).
Este castigo debía durar eternamente, pero Prometeo fue liberado por Hércules (Heracles en griego).
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