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miércoles, 17 de febrero de 2016

®La ética de Aristóteles

Aristóteles partía del análisis de la acción humana para determinar las virtudes éticas. Entonces para determinar las virtudes dianoéticas partirá del análisis de las funciones de la parte racional o cognitiva del alma, de la “diánoia”. Estas cuatro funciones ya han aparecido al hablar del tema del conocimiento: la función productiva, la función práctica y la función contemplativa o teórica. A cada una de ellas le corresponde una virtud propia que viene representada por la realización del saber que le corresponde.
El conocimiento (o dominio) de un arte significa la realización de la función productiva. A la función práctica, la actividad del pensamiento que reflexiona sobre la vida ética y política del hombre tratando de dirigirla, le corresponde la prudencia (phrónesis) o racionalidad práctica. Mediante ella estamos en condiciones de elegir las reglas correctas de comportamiento por las que regular nuestra conducta. No es el resultado de la adquisición de una ciencia, sino más bien el fruto de la experiencia. La prudencia es una virtud fundamental de la vida ética del hombre, sin la cual no podríamos adquirir las virtudes éticas. Aplicada a las distintas facetas de la vida, privada y pública, del hombre tenemos distintos tipos de prudencia (individual, familiar, política).


Respecto a las funciones contemplativas o teóricas, propias del conocimiento científico, (Matemáticas, Física, Metafísica,) la virtud que les corresponde es la sabiduría (sophía). La sabiduría representa el grado más elevado de virtud, ya que tiene por objeto la determinación de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal. La sabiduría, representa el nivel más elevado de virtud al que puede aspirar el hombre, y Aristóteles la cataloga con la verdadera felicidad.En efecto, el saber teórico no "sirve" para nada siguiente, no es un medio para ningún otro fin, sino que es un fin en sí mismo que tiene su placer propio; sin embargo, al analizar las virtudes éticas, el hombre debe atender a todas las facetas de su naturaleza, por lo que ha de gozar de un determinado grado de bienestar material si quiere estar en condiciones de poder acceder a la sabiduría. Será un deber del Estado, por lo tanto, garantizar que la mayoría de los ciudadanos libres estén en condiciones de acceder a los bienes intelectuales.
Fuentes:

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