El castellano surgió en el norte de la Peninsula Ibérica, en un territorio conocido como la Bardulia, al sur de Cantabria; cuando Castilla se constituyó en reino independiente (s.XI), se extendió en el período de la Reconquista, limitando la expansión del Leonés y del aragonés. Con el avance de la Reconquista, se expandió hacia el centro y el sur peninsulares, en forma de abanico invertido, aunque su registro en la escritura no se documenta hasta finales del siglo XI.
Del siglo XI son los primeros textos en castellano: las glosas. Se trata de notas expectativas y comentarios manuscritos que aparecen en los márgenes de las páginas de los códices escritos en latín. Reciben el nombre de glosas silenses y glosas emilianenses porque fueron realizadas por los monjes de los monasterios de Santo Domingo de Silos (Burgos) y de San Millán de la Cogolia (La Rioja).
Posteriormente se cultivó la poesía romance narrativa. En el siglo XIII marca un hito importante en la historia de nuestra lengua. Con Fernando III el Santo el dialecto romance fue declarado lengua oficial de la Cancillería. A partir de ese momento comienza a sustituir al latín en los documentos jurídicos del reino.
Pero es Alfonso X el Sabio, en la segunda mitad de la centuria, quien consagra definitivamente el uso del castellano para las manifestaciones literarias, jurídicas y científicas. El Rey Sabio impone la tarea de verter al romance las obras de la culturq de su época. Se rodea para ello de un nutrido grupo de colaboradores cristianos, árabes y judíos, los cuales se encargan de traducir los textos árabes, latinos y hebreos. De este modo nace la Prosa Medieval, y con ella se fija por primera vez la ortografía. El castellano se convierte en vehículo de cultura junto con el idioma latino.
Con los Reyes Católicos se apropiciaron la unificación lingüística, las traducciones de autores clásicos, la publicación de la Gramática de la lengua española de Antonio de Lebrija, y la difusión de la imprenta. El descubrimiento y colonización de America llevaron el castellano más allá de las fronteras de la Peninsula.
El castellano medieval tenía fonemas hoy desaparecidos como el representado por la grafía "x" de dixo por ejemplo, o la "z" de fazer y la "ç/c" de "abraçar" o "cerca". Además, existían dos variedades de la "s", una sorda como a actual y otra sonora.
El auge del castellano clásico coincidió con el esplendor de las obras literarias renacentoistas y barrocas en los siglos SVI y XVI. En estas centurias terminó de consolidarse el sistema fonológico moderno y, en la zona sur de la Peninsula, culminaron los procesos que llevaron al seseo y al ceceo.
En el siglo XVIII, el interés por la corrección lingüística y la pureza de la lengua se reflejó en estudios dedicados al idioma y sobre todo, en la fundación de la Real Academia Española que editó la Ortografía y el Diccionario de Autoridades. La Academia emprendió la reforma ortografía, y en 1815, estableció las normas actuales.
BIBLIOGRAFÍA:
Apuntes de lengua
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