Las empresas y los ciudadanos utilizan bienes y servicios públicos y se benefician de la investigación y desarrollo público, de ayudas, subvenciones, etc. Esto implica que realicen una contribución a su financiación mediante el pago de impuestos.
Distinguimos los siguientes tipos de tributos:
- Impuestos directos: recaen sobre manifestaciones directas de la capacidad económica del contribuyente. Ejemplos de impuestos directos son el IRPF (Impuestos sobre la Renta de las Personas Físicas), el IS (Impuesto de Sociedades) o el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles).
- Impuestos indirectos: recaen sobre manifestaciones indirectas de la capacidad económica del contribuyente, como son sus actos de consumo o transmisión. Son impuestos indirectos el IVA (Impuesto sobre el valor añadido), impuestos especiales sobre el alcohol o el tabaco, etc.
- Tasas: tributos que se pagan por el uso de un determinado bien o servicio. Es el caso de las tasas de recogida de basuras, las tasas académicas de las universidades o una licencia de obras.
- Contribuciones especiales: tributos que se recaudan a quienes se benefician de una obra o servicio público.

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