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miércoles, 20 de enero de 2016

®El turnismo en la Restauración española

Esta caricatura es una crítica al caciquismo. Los caciques eran personas que controlaban un espacio político y a cambio de favores, hacían que las personas de ese espacio votaran
a un partido o a otro.
El cacique propiamente dicho solía contentarse con cargos municipales o provinciales, desde los cuales mantenía el control directo de su cacicazgo, gracias al apoyo incondicional de las autoridades, la fuerza pública y el poder judicial, que eran la contrapartida que el gobierno le ofrecía por su sumisión electoral. Los cacicazgos podían estar enfeudados a un prohombre político (generalmente un gran propietario de la región) o estar a libre disposición del gobierno, que determinaba mediante el «encasillado» los puestos que debían recaer en los candidatos de su grupo y los que debían cederse a la oposición, cuyos derechos eran caballerescamente respetados. Normalmente las elecciones se desarrollaban sin violencias, ya que los votantes rurales se prestaban a seguir las instrucciones del cacique. Sólo si la persuasión se mostraba insuficiente se recurría a la fuerza (intimidación o encarcelamiento de los votantes disconformes), al fraude (falsificación de actas, votación masiva de los muertos) o a la compra de votos.



La  siguiente caricatura permite analizar la perversión del sistema electoral durante la Restauración, único modo de imponer la alternancia política. Esta práctica de la manipulación electoral, no fue "inventada" por la
Restauración ni exclusiva de dicha época, aunque sí una de las características del régimen.
Vemos en el dibujo una comitiva formada por numerosos personajes que representan de forma satírica los vicios del sistema electoral vigente:
La compra de votos se aprecia en la carretilla con la inscripción “votos al por mayor ”
El “pucherazo” representado en el urna ya llena de votos, preparados convenientemente antes de que se inicie la votación.
El control que los alcaldes, como último eslabón de la cadena, tienen sobre los electores y que no dudan en ejercer a través de la Guardia Civil.
Los partidarios de la oposición, maniatados y detenidos, aparecen tras la pancarta “electores que iban a votar”.
Las coacciones y la violencia física están representados por los personajes con bastones y los lisiados que procesionan tras ellos.

Estas caricaturas entre muchas más, son fruto del descontento del pueblo con la farsa electoral, que les hicieron buscar otras opciones de cambio, que no tenían que ser necesariamente pacíficas.

Documentación:





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